Es la técnica por la que conseguimos el alisado del cabello como lo hacen en las peluquerías, a base de cepillo y secador sin planchas. Esto requiere una buena dosis de paciencia y de maña, dado que no es fácil hacérselo a una misma.
Después de lavar y acondicionar el cabello con los productos más adecuados, eliminaremos el exceso de humedad con una toalla y lo desenredamos suavemente con el peine de púas gruesas o con el cepillo esqueleto.
Tendrás que separar tu cabello en secciones y sujetarlas con pinzas, mientras enrollas cada mechón en un cepillo redondo y aplicas el secador, estirando del cabello.
Es importante que uses protectores de calor y lo hagas con el pelo recién lavado y aún húmedo.
Hay que empezar a moldearlo en aquel punto en que el pelo está de húmedo a seco, así que primero utilizaremos sólo el secador con movimientos rotarios ayudándonos de los dedos para secarlo hasta que esté un 80% seco.
Para moldear, cuanto más corto es el pelo menor diámetro debe tener el cepillo, utilizaremos el térmico con base de cerámica que corresponda a nuestra medida. Este cepillo es el más indicado porque distribuye el calor de forma homogénea y elimina la electricidad estática. Haremos divisiones con unas pinzas e iremos moldeándolas empezando por la parte de debajo. Con el cepillo levantaremos el cabello desde la raíz, deslizándolo y girándolo a lo largo y hacia fuera. Finalizaremos con un toque de aire fresco para sellar las cutículas.